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lunes, 15 de diciembre de 2025

Diario de una nómada berciana, Paula Belenda

 Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/ pide que el camino sea largo,/ lleno de aventuras, lleno de experiencias… (Kavafis). 

Con Paula Belenda en la Casa de la Cultura de Ponferrada

El pasado 3 de diciembre la berciana Paula Belenda, que es una joven aventurera, presentaba su libro Expedición en solitario al corazón del mundo en la Casa de la Cultura de Ponferrada. Y este menda tuvo el enorme placer de acompañarla en la mesa de presentación, porque conocer a una persona como Paula resulta realmente instructivo, estimulante, porque sus viajes nos enseñan que hay que tener una fuerza mental extraordinaria, amén de estar en buena forma física, para viajar en solitario (el buen viajero, la buena viajera viaja sola, aunque luego uno se vaya encontrando con gente con la que pude simpatizar), como ella, que es una intrépida, por el mundo adelante, para recorrer en moto tantos países durante tantos meses, un auténtico viaje, como hace asimismo Miquel Silvestre, al que hemos visto, a través de su programa televisivo documental Diario de un nómada, recorrer diversos países del mundo, entre ellos los de Asia central, como ha hecho Paula Belenda, adentrándose en las estepas, siguiendo la carretera del Pamir (a casi cinco mil metros de altura), que debe ser algo increíble, sólo apta para viajaros y viajeras que no generan miedos, ni angustia, que mantienen la serenidad, que son capaces de aceptar la incertidumbre, el azar, como una forma de vida, ya sabemos que el azar es más importante en nuestras vidas de lo que creíamos. 


La presentación de este bonito libro (gracias por la dedicatoria), que incluye mapas e ilustraciones en acuarela (por ahí andan también los derviches giróvagos, que tanto me flipan) realizados por la propia autora, fue el pretexto perfecto para que Paula nos contará algunas claves acerca de cómo viaja ella, quien reconoce que se deja llevar por sus gustos, por su sexto sentido (con una bien desarrollada percepción de la realidad, lo que se da en llamar intuición), de cara a sortear posibles obstáculos y adversidades que pueden presentarse y se presentan a lo largo del camino. Asimismo, reconoce que la logística (visados, papeleo en general...) también es importante,  si las zonas que vas a visitar son seguras o son zonas en conflicto, incluso países como Turkmenistán, que ella llegó a visitar pero a través de una agencia de viajes, porque es un "país raro", considerado como uno de los más represivos y dictatoriales del mundo, con muchas restricciones y prohibiciones. En todo caso, recuerda Paula que uno nunca está totalmente preparado para viajar, y aun así, hay que viajar porque es una genuina escuela de aprendizaje, un modo real, creo, de confrontarse consigo mismo, de leer los libros de los paisajes y paisanajes en vivo y en directo, con sus olores y sabores, con su textura y su sonoridad, también con su estética visual. 

“Cuando finalizas un viaje, ya no eres la misma persona”, asegura ella, que en sus recorridos por el mundo ha ejercido como conductora de caminos que no siempre salían en el mapa, enfermera improvisada, guía turística, pintora de postales, GPS humano, intérprete de gestos, planificadora de rutas, canceladora de planes, fotógrafa, solucionadora de imprevistos, montadora de tienda de campañas y catadora de helados, acaso porque todo viaje es un viaje al interior de uno mismo, un viaje de autodescubrimiento.

En su libro Expedición en solitario al corazón del mundo nos cuenta sus viajes por la arteria mediterránea de Italia (su primer país de su aventura en moto), Grecia (su país favorito del mundo, al decir esto, me viene a la mente El coloso de Marusi, de Henry Miller, que habla de Grecia como un paisaje de lo más maravilloso que puede ofrecer nuestra Tierra) y Turquía; por la arteria caucásica de Armenia y Rusia; y por lo que ella llama el corazón del mundo, que conforman Kazajistán (una gran estepa en medio de la nada, el noveno país más grande el mundo), Kirguistán (un país de nómadas), Tayikistán (una tierra de nadie), Uzbekistán (conocido por la ruta de la seda y ciudades como Samarcanda, donde nos sentiremos como en un cuento oriental, o Bujará, un lugar que abraza con su espiritualidad), Turkmenistán, y por la arteria persa: Irán, que es en su opinión el país más bonito del mundo. ¿Y por qué te parece el más bonito, Paula? Por su arte (poesía, música, cerámica...) y porque es un pueblo fuerte, noble, artístico. En realidad, querida Paula, creo que (casi) todos los pueblos del mundo son fuertes (no sé si (casi) todos nobles y artísticos), el problema reside a menudo en sus mandatarios, en quienes pretenden mater en vereda a toda costa a su ciudadanía. Ya sé, ya, que también entre el pueblo, los pueblos, hay cabrones y cabronas, lo sé, pero por lo general los pueblos son lo que son, de lo contrario el mundo sería invivible. Y ni siquiera podría salirse a la calle. En cambio, la gente suele ser hospitalaria con los viajeros, aquí y allá, con sus semejantes, porque nada de lo humano, ni lo animal, nos es ajeno, y nuestras emociones básicas o primarias (alegría, tristeza, miedo, ira; asco, sorpresa) son igual en todos los sitios de la Tierra. Como a ti te gusta el pueblo iraní (que no conozco, bueno, a algún iraní sí recuerdo), a mí me gusta el pueblo bereber o tamazight, su arte y su cultura, su música.

Te deseo, querida Paula, lo mejor en tu nueva aventura, que ya has emprendido por América del Sur. Buen camino. 

https://www.elbierzodigital.com/diez-meses-once-paises-y-una-moto-la-aventura-de-paula-belenda-llega-a-ponferrada/

Zamora, tan eterna como el agua del río Duero


Zamora no se hizo en una hora, ni en dos, ni siquiera en tres, como reza el refranero popular. Zamora nació hace siglos, tal vez milenios, dicen que data de la Edad del Bronce. Y comenzó su crecimiento en época romana como parte de la Vía de la Plata, de cuando Viriato, el personaje lusitano, se enfrentó al Imperio romano. 

Sea como fuere, a mí se me hace cuento que empezó, como diría Borges, Zamora, porque también la juzgo tan eterna como el agua del Duero y el aire. En realidad, se me hace que Zamora es un bella muchacha con los ojos del color de la miel y la mirada de las ninfas o náyades acariciadoras que se bañan dos veces en el mismo río, el río dorado, ese que cantara el poeta zamorano Claudio Rodríguez, "tú, a quien estoy oyendo igual que entonces,/ tú, río de mi tierra, tú, río Duradero". 

Puente de piedra sobre el Duero

A finales del mes de noviembre, que es un mes de catarros y difuntos, decidí darme un voltio por esta "perla del Duero", la Muy noble y leal ciudad, disputada por moros y cristianos, asentada sobre grandes peñas tajadas, "Zamora la bien cercada; de una parte la cerca el Duero, de otra peña tajada; del otro la morería", como se dice en el Romance de Doña Urraca. 

Me encantó pasear por esta ciudad catedralicia, con su cúpula cubierta de escamas, asomada desde sus peñas al Duero, que por sí mismo ya merecería una visita, el río que va a morir al Océano Atlántico en la ciudad portuguesa de Oporto/Porto, que se me antoja pura ensoñación. 

Catedral

La llegada a Zamora no resulta nada apetecible porque el viajero se topa, sin querer, con un tanatorio (ya había dicho que noviembre es mes de difuntos) pero pronto el viajero se repondrá, después de tomar su desayuno, y lanzarse en busca de las esencias de esta tierra, entre las cuales está, cómo no, su gastronomía, sus callos, son deliciosos, y también sus pinchos morunos en el bar Tupinamba (si es que Zamora se me hace mora). 

En mi recorrido por esta ciudad medieval no puede faltar el entorno de la catedral, que ya justificaría por sí misma una visita, al igual que dijera acerca de su río.  En la zona de la catedral se hallan quizá los rincones más bellos de la ciudad, como la calle de Troncoso, con su estrechez y sus altos muros de piedra, y por supuesto el mirador del Troncoso, el balcón al Duero, con su puente de piedra. Una estampa inolvidable sobre todo si luce un día radiante, algo que no resulta habitual en el mes de noviembre, pero el viajero es un suertudo y tiene la suerte de su parte. 

Castillo

Otro punto imprescindible es el castillo, desde donde también se tienen buenas vistas a la catedral con su cúpula de estilo bizantino -una de las pocas que existen en España- y su torre de San Salvador. En el entorno del castillo existe un parque con esculturas de Baltasar Lobo, que no hay que confundir con el bar El Lobo, que en esta ocasión está cerrado. Recuerdos inolvidables me trae el bar de El Lobo en Bembibre, un hombre entrañable que nos dijo adiós hace ya unos años. 

Balborraz

Un paseo por la llamada rúa de los Francos ya te mete directo en el románico, con sus iglesias. Y otro paseo por la calle de Santa Clara te introduce en la arquitectura modernista, con edificios emblemáticos. Así que el viajero se siente entre el pasado y el presente. Asimismo, el vagamundo se da una vuelta por la famosa calle de Balborraz, que le resulta pintoresca, como una calle lisboeta aunque sin tranvía, donde se encuentran las casas modernistas de Faustina (no me refiero a la mujer del Herrador, en tiempos la fragua de Furil) y la casa de Mariano López. 


Siguiendo calle abajo el viajero llega al puente románico, que cruza encantado, no sin antes tomar alguna fotica del fluir del Duero y también de la ciudad que se eleva sobre una gran roca. Ya desde la margen izquierda del río el viajero disfruta de su caminata bajo un sol radiante y el discurrir del río que va a dar a la mar (se imagina entonces que lo navega hasta su desembocadura). 

Ayuntamiento viejo
San Juan Bautista con el Merlú

De vuelta a la margen derecha del Duero el viajero se dirige a la plaza de Viriato, con su estatua, dedicada al ilustre lusitano, y, a continuación, continúa camino de la plaza Mayor, que es el nexo entre la zona monumental, histórica, y la zona comercial, donde puede apreciarse la diferencia del que fuera antiguo Ayuntamiento de Zamora de estilo plateresco, que data del siglo XV, con su fachada porticada de piedra, y el nuevo, que no resulta reseñable. 

En la propia plaza Mayor, en el costado occidental, se erige la iglesia de San Juan Bautista o San Juan de Puerta Nueva, del siglo XII, con un rosetón del románico en su fachada meridional. Y también llama la atención en una de sus esquinas, en el exterior, la moderna escultura dedicada al Merlú, que es una de las figuras representativas de la Semana Santa, fiesta de interés turístico internacional en Zamora (la procesión de las Capas Pardas es impresionante). 

Calle Troncoso

Ahora que me da por recordar, me viene a la mente que Zamora, con una población similar a Ponferrada, aunque no se parezca en lo arquitectónico, sirvió como escenario de rodaje (la estación de buses, la plaza Mayor, entre otras localizaciones, para la película Soy Nevenka (2014), de Icíar Bollaín, que en algún momento, con tiempo, podría reseñar.   

Hasta la próxima visita a Zamora. 

Valor sentimental, de Joachim Trier


Este pasado viernes veía, con el alumnado de la Universidad de la Experiencia en los cines Van Gogh de León, Valor sentimental (2025), la reciente película de Joachim Trier, un director noruego del que sólo he podido ver por el momento esta obra, que me ha resultado impactante, como si estuviera visionando una película del cineasta sueco Bergman en lo referente al guion y la construcción de personajes
, y hasta me atrevería a decir que por momentos tuve la impresión de estar delante de la película Persona, https://cuenya.blogspot.com/2023/03/fanny-y-alexander-de-bergman.html, lo que en absoluto, quede claro, le resta valor (valga la redundancia) a este Valor sentimental, que también remite a la obra del dramaturgo Ibsen. 
Premiada por el jurado en el festival de Cannes, optará, junto con la española Sirât -otro peliculón que tuve a bien reseñar en este mismo blog-, a los premios Óscar como mejor película en lengua no inglesa.

Respecto a Joachim Trier (pariente lejano del cineasta danés Lars von Trier, uno de los creadores del cine Dogma 95), cabe decir que, aunque nacido en Copenhague-Dinamarca, Joachim Trier es uno de los cineastas noruegos con más proyección internacional, el cual volvió a contar para Valor sentimental con su musa Reinsve, y su guionista Eskil Vogt, además de la música del compositor noruego Ola Fløttum, que contribuye a crear una atmósfera de hondura psicológica, habida cuenta de que esta película explora (ahondando en las emociones, en el pasado) los traumas de la infancia, la depresión, las complejas relaciones familiares entre un padre, Gustav Borg (encarnado con matices interpretativos por el actor Stellan Skarsgård, que podría ser un alter ego del cineasta Ingmar Bergman) y sus dos hijas, Nora (con nombre de actriz teatral, encarnada por la portentosa artista noruega Renate Reinsve) y Agnes (la deslumbrante Inga Ibsdotter Lilleaas, me ha encantado la actuación de esta actriz). 

Salvando las distancias, Valor sentimental también me ha recordado a Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa, en su exploración de las complejas relaciones familiares. https://cuenya.blogspot.com/2025/11/los-domingos-de-alauda-ruiz-de-azua.html 


Valor sentimental, filmada buena parte de la misma en primeros planos (esa es la impresión al menos), acaso para que nos introduzcamos en el mundo interior de sus personajes, los cuales nos cautivan, adentrándonos en su pasado y su presente, una historia (narrada en tiempo presente) que nos habla de las ausencias, heridas emocionales y dolores de estos personajes que  establecen sus vínculos afectivos en función de esas heridas emocionales, un drama familiar, en definitiva, que se nos muestra a través del recurso del metacine, del cine dentro del cine, como pretexto para hablar de estas heridas familiares, de los traumas del pasado, porque el padre de familia, Borg, es un famoso director de cine al que curiosamente no le gusta el teatro (por tanto, no va a ver las funciones de su hija Nora), un personaje complejo, controlador obsesivo, que decide emprender un nuevo proyecto cinematográfico sobre su pasado familiar (un drama autobiográfico) con el fin de recuperar a sus hijas, con quienes apenas ha tenido contacto durante años, tras el fallecimiento de su mujer, ofreciéndole un papel protagónico a su hija mayor Nora (actriz de teatro en la película), acaso como búsqueda del perdón por parte de ella, aunque Nora rechazará en un inicio indignada esta oferta, que llevará a su padre a dárselo a una joven y emergente estrella del cine americano llamada Rachel Kemp (interpretada por la sorprendente actriz y modelo estadounidense Elle Fanning, que aporta brillo, una suave ironía sobre la fama, la industria del cine como foco de neurosis), lo que intensificará las heridas familiares, porque sí acepta en un principio este papel -que por cierto no encaja en su estilo interpretativo hollywoodiense, el cual resulta extrovertido en comparación con el estilo introspectivo nórdico-, para finalmente dejarlo en manos de Nora, la auténtica protagonista de la historia. 

El personaje de Kemp, cuya presencia en el cartel animará a productores y distribuidores de cine, Netflix incluida, le sirve a Trier y su coguionista Vogt para hacer una crítica a los criterios que imperan en la producción cinematográfica y también a determinados medios de comunicación, que no ponen el interés en el propio cine. 

La idea de Borg es rodar su película en la casa familiar, "la casa de los fantasmas", o sea, la casa Usher (por decirlo a lo Allan Poe), la casa roja que vemos al inicio mediante una secuencia magnífica, mientras una voz en off nos la describe (haciendo asimismo uso de un montaje frenético), la vieja casa de la familia de Gustav Borg, que en apariencia es hermosa, aunque con las fisuras emocionales de la familia que la ha habitado, donde se criaron sus hijas, junto a su madre, incluso después de que él las abandonara, y que fue escenario de tragedias como el suicidio de la madre del propio Borg cuando él era un niño.  


“Las casas siempre están ahí, permanentes e inmóviles, observando cómo la gente que las habita va cambiando; y por eso nos recuerdan qué fugaces son nuestras vidas y que, por tanto, es muy importante reparar el daño que nos causamos los unos a los otros antes de que sea demasiado tarde”, cuenta Joachim Trier acerca del espacio físico donde transcurre buena parte de su película Valor sentimental, que por lo demás se sirve de la técnica del reencuadre usando elementos dentro del plano (ventanas, puertas, marcos) para crear un cuadro dentro del cuadro, enfocando nuestra atención, revelando información, enmarcando al personaje o personajes para enfatizar su aislamiento o dar la sensación de opresión, para componer imágenes ricas, etc. 

Una casa que le sirve como escenario para religar el pasado y el presente, la realidad y la ficción cinematográfica, donde desea rodar este cineasta adicto al alcohol, con sus fantasmas, los conflictos con sus hijas, sobre todo con Nora, que es una chica depresiva, con muchos miedos, entre ellos el pánico escénico, y rabia contenida (en cierto sentido parecida en lo psíquico a su padre, tal vez por eso siente una mayor hostilidad hacia él), porque la hermana pequeña de Nora, Agnes (encarnada por Inga Ibsdotter Lilleaas, con su mirada temblorosa, con sus ojos luminosos) pisa tierra (ella que también actuó siendo niña para una película de su padre), es el ancla que mantiene a flote la familia. 

Resulta realmente emocionante cómo Agnes se vuelve esencial en el entramado emocional, hacia el final de la película, y nos fascina con su extraordinaria interpretación a través de una secuencia genuina, verdadera, de silencios y la conversación que mantiene con su hermana Nora. Pura magia cinematográfica. 


Me apetece señalar que esta joven actriz noruega, Inga Ibsdotter, nominada a mejor interpretación de reparto en los Premios Gotham 2025, se formó en el prestigioso Instituto de teatro y cine Lee Strasberg de Nueva York. 

Lee Strasberg, a quien vemos como actor en el Padrino II en su papel como Roth https://cuenya.blogspot.com/2025/03/el-padrino-ii-de-coppola.html, fue el director del Actors Studio (el método, con la inspiración del sistema Stanislavski y su memoria emocional), considerada como una de las escuelas más importantes de interpretación del mundo, donde se han formado grandes actores y actrices como Marilyn Monroe, Jane Fonda, Paul Newman, Al Pacino, Dustin Hoffman, entre otros muchos. 

Recordemos grandes obras del cine dentro del cine, como Ocho y medio, de Fellini https://cuenya.blogspot.com/2010/06/fellini-quien-llore-cuando-se-murio.html, Cinema Paradiso, de Tornatore https://cuenya.blogspot.com/2020/07/cinema-paradiso.html, o bien La noche americana, de Truffaut y El crepúsculo de los dioses, de Wilder, entre otras. A las que se suma ahora Valor sentimental, una película ambientada en una Noruega primaveral pero que nos duele, porque mete el dedo en la llaga, aunque también contenga algunos pasajes aderezados con un fino humor, con referencias a la silla de Ikea o bien a Netflix. 

Estamos ante una obra excelente, aclamada por el público y con grandes posibilidades de conseguir el Óscar a la mejor película extranjera, aunque mi apuesta también es por Sirât, el peliculón de Oliver Laxe https://cuenya.blogspot.com/2025/09/sirat-de-laxe.html, que además está rodada en Marruecos, donde espero viajar bien pronto.